La corona de Castrondeira de frente, la boca de Valdeoscuro a sus pies. Los últimos pueblos de la provincia se ven desde aquí abrazados por las montañas, y el Bierzo bajo se pelea con las nieblas. Tal vez nuestros antepasados la colocaron aquí esta piedra inclinada y sin ataduras, o quizá los vientos fueron erosionando la roca, y alguien un buen día la bautizo como la peña del Hombre. Todo es posible en estas montañas generosas donde germina el olvido.