viernes, 30 de enero de 2015

EL BURBIA DESNUDA SU ROSTRO



Bajo un cielo encapotado, con una lluvia persistente y un deshielo repentino hacen del río Burbia un gigante, donde se oye el crujir de las piedras sumergidas bajo las aguas turbias, y los árboles despedazados navegan sin rumbo, flotan, giran, aparecen y desaparecen sobre la superficie cambiante del río, y los paseantes de la conocida como ruta del colesterol tendrán que colocarse los flotadores antes de pasar por debajo del puente. 


                                                     

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La Zarzamora



El grupo de teatro La Zarzamora pondrá en escena mañana en el teatro villafranquino la obra  de Arniches " La Fonda Rámila". 



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jueves, 29 de enero de 2015

ÁGUILA CULEBRERA



                                FOTOGRAFÍA DE JOSÉ MANUEL DE ARRIBA


En un valle solitario, con el cielo azul como testigo, José Manuel de Arriba fotografió esta águila  con una culebrera bastarda sobrevolando sobre su cabeza. El águila contemplaba con sus ojos amarillos el monte bajo de brezo y carqueixa mientras aprieta con su pico la cabeza de la culebra, y va saboreando el equilibrio entre vida y muerte que dicta la naturaleza,


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martes, 27 de enero de 2015

EL BOTILLO DE SANTO TIRSO Y OTROS RELATOS por Gilberto Núñez Ursinos



EL BOTILLO DE SANTO TIRSO Y OTROS RELATOS
Primero habían sido los nueve días de nieblas, que, al final, se habían vuelto “meonas”. Luego, una semana de heladas “negras”, que habían curtido hasta las peñas. A continuación fue el “birujillo”. A renglón seguido el “biruje”. Y comenzó a “selfar” y a ponerse el cielo de “panza de burro”. Un gris mazizo fue compañero de hombres, animales y cosas. Ese gris que penetra por los ojos y recala en el alma. El Bierzo entero era como una inmensa sinfonía en gris mayor, persistente, aburrida…
--Va a caer una “nevarada” que se va a hablar a Dios de tú a tú.
Santo Tirso se acercaba. Y Santo Tirso era amigo de la nieve y los “pinganillos”. Al decir de las gentes, era también un santo vengativo. Quería que respetaran su día. Primero había sido un mortal accidente en las obras de un convento. Había seguido a esto, en los años posteriores, un gran incendio, en una casa en la que se trabajaba en la bodega. Al correr de los años un herrero que preparaba unas “calzas” para unas azadas observo que el hierro no se estiraba con los golpes del martillo, si no que se hacía una pelota. Dejo el trabajo y se fue a tomar la “parva”. Cuando volvió, el trozo de hierro era una reproducción del santo. Un portador irreverente de la imagen, en la procesión tuvo la osadía de asegurar que el santo tenía pintas de torero. Como castigo, la sierra se había desprendido de manos de la imagen y le había producido una gran herida en la cabeza. El portador tuvo que estar representando el papel de “mojamé”  de segunda mano durante algún tiempo…
Desde entonces el día de Santo Tirso se respetaba. Y cuando llegaba con buen pie, además de a fervor, a nieve y a descanso, olía a  “ragua” de lumbre y a botillo…
Pollo, Paya, Pillo sabía de sobra como respiraba el tiempo cuando Santo Tirso estaba a la vista. Y sabía que, para completar la conformidad de los humildes, solo cuatro cosas hacían falta:
Cocho morto, patacas na bodega, viño no cubeto e ragua de lume.
Con ello las malhadadas brujas, las brujas de la infelicidad, se largarían de la casa.
--Bruxas fora—
Pero siempre falta algo para ser feliz. Y a él le faltaba leña. Mucha leña para avivar el fuego. Porque el fuego es media vida en el hogar del humilde.
--A media comida y a media bebida, pero a fuego entero. Sin fuego que nos caliente no sé qué iba a ser de nosotros. Qué gran cosa es el fuego…
Por ello, llevaba unos días acarreando leña. Grandes  “rachones” de castaño bravo, secos como huesos, del castañar de los Albaredos.
Era este un lugar perdido en la falda de uno de los montes muy cercanos a la villa. Había que almorzar de  “tenedor” para subir de vacío la cuesta que a él conducía. Y había que volver a hacerlo, y de “entrehebrudo”, para subir después cargados hasta la cima del monte. Pero esto no era obstáculo para que los leñadores se vieran a menudo por aquellos pagos. Casi a un tiro de piedra, estaban las cascadas. El sitio era muy frecuentado en verano, cosa que no agradaba demasiado a los dueños de los pradecillos cercanos, porque algunas parejas de visitantes se tiraban  a “revolcallones” y estropeaban la hierba. El reguero de Landoiro había hecho con paciencia de artista una obra de arte en el lugar…  Al otro lado del reguero, frente a los Albaredos, se hallaban las Traviesas. Los leñadores del barrio de los Tejedores hacían en este monte acopio de leña menuda, uces, carrascas de encinas, estepa, “garrochas”…
--Ya van los lobitos al monte—
Tampoco los de los Tejedores ignoraban como respiraba el tiempo cuando Santo Tirso se acercaba.
--Ya llega el tiempo de los tres hermanos: hambre, mocos y frío en las manos—
Y como el cerdo ya estaba colgado, las patas en la bodega, para algunos, el vino en el cubeto, buscaban lo que les faltaba: leña.
--Con la casa llena como un botillo , no hay invierno malo—
Con un trozo de pan para ir “mougando” por el camino, unas castañas cocidas, unas “torrexas” o unos “feixos”, se adelantaban a la salida del sol en el monte. Llevaban una chaqueta vieja o un saco para “molido”, la cuerda para atar la leña, al hombro. En la cintura, la “ pedona o podona” que sujetaba el cinturón de cuero, o, en su defecto, cualquier clase de cordón o cuerda. Algunos llevaban claveteados zuecos, otros, un par de zapatos gastados y abiertos por la puntera. La mayoría, zapatillas o alpargatas, que escasamente resistirían   el camino de ida y a la vuelta habrían de ser sujetadas con “viortos” de xesta o “corriza”. Ya en el monte, cortaban, acarreaban, buscaban por aquí y por allá hasta que tenían bastante leña para el haz. Entonces, extendían sus cuerdas de pita  o lías en el suelo, como a medio metro una de otra. Ponían unos “cantroxos” a unas “uces”, quizás alguna “xesta” encima para hacer la cabecera. La demás leña a continuación. Primero lo menudo, luego lo más gordo, casi con ritmo de exigencia vital. Finalmente ataban las haces y les daban vuelta. Preparan bien la cabecera con un relleno de “fieitas”. Era el momento de fumar el pitillo de “hebra”. Un rato de descanso y a continuación, en camino hasta la primera “posa”. Era ésta la del Pontón. Cerca de la “posa” estaba la fuente de sabrosa agua. Un poco  más lejos los castaños del reguero. A veces se detenían un rato a rebuscar las castañas, especie de aperitivo que, si no llenaba, engañaba el estómago. Otras hacían la parada menos larga y el rebusco lo hacían en la próxima “posa”: La Cruz. En este lugar se bifurcaba el camino que venía de la villa. Un ramal llevaba a Landoiro y a los montes. El otro, a los pozos del río y a la toma de una presa de agua.
Pollo Payo Pillo les veía alejarse con un desprecio casi olímpico. A él no le interesaba la leña menuda.

--Nada de menudencias. Nada de detalles menudos. A mi “rachones” de “carajo de pantalón”. Donde hay “cangos” se hacen astillas. Hay que terminar con la pequeñez, con las viejas costumbres. Algo tiene que morir para que algo nazca.—



Suele suceder en los pueblos que, las palabras mal dichas o dichas con gracia, queden como apodo del que las dice. Eso le había pasado a Pollo Payo Pillo. En su juventud había ido a cerezas con tres compañeros. El cerezo era enorme y estaba rodeado de zarzas para impedir la subida. Los tres compañeros habían conseguido subir por una rama y se estaban dando la “gran hinchenta”. El había quedado abajo para vigilar. Por entre las hojas se oía el caer de los huesos. De tarde en tarde unas cerezas.
--A ver si tiráis—
Los compañeros eran unos tipos cachondos y seguían en su devota función sin preocuparse demasiado de Pollo Payo Pillo.
--A ver si tiráis—
Tres o cuatro huesos, una cereza…Ocho, nueve huesos: tres o cuatro cerezas. La paciencia se le estaba terminando.
--A ver si tiráis—
Tan llena tenía la tripa uno de los compañeros que se movió a compasión.
--Abre bien los brazos. Que no se pierda ninguna---
Los había abierto como si fuese a abrazar a la novia
--Ahí te va—
Acto seguido, el compañero se había bajado los pantalones…
Pero Pollo Payo Pillo era también un coneras. Y a regalo de mala uva, regalo de mal vinagre. Saco una caja de mixtos y le puso fuego a las zarzas…
--Carajillo la vela este pollo--. Tomarme a mí por payo. Pues a pillo no me las das. Resumiendo: el cerezo había parecido la hoguera de Santo Tirso; el guarda de la finca había aparecido con una “forquita” como símbolo de todo menos del bien hablar; el perro se había quedado con casi la parte trasera del pantalón de uno; otro había partido un brazo; y el tercero había llevado unos “inflaquidos” que por quince días había tenido que guardar cama. Casi otro tanto tiempo había tenido que permanecer Pollo Payo Pillo en casa sin salir, hasta que se calmaron los ánimos, por miedo a las represalias…
Había heredado el temperamento de su abuela. Una altura de orgullo que sobrepasaba las más altas cimas.
Un rebaño de ovejas y cabras pacía en la falda del monte. Más abajo, por una “rodera”, un par de “garruchas” tiraban por un carro de raíces de roble…
--Ya caen “babuxas”. Es el aliento de Santo Tirso.
Con el haz de “rachones” a cuestas emprendió el camino de retorno al hogar. Una gran “ragua” de lumbre en la “lareira”; la galocha cociendo en el pote, el onomatopéyico chirriii, chuirriii de los chorizos al ser fritos para hacer “las diez”, en vez del clo, clo, del caldo o la sopa; el jarro de vino al lado y los copos cayendo fuera.
--Que nieve—
Era el día de Santo Tirso. Y el día de Santo Tirso “se quitaba la barriga del mal año”. Un puñado de bertones, esperaba el momento de ser echado al pote, naufragando en una cazuela de “ perigüela”. La abuela pelaba los “cachelos”. Sobre un paño en el escaño, tenía unos piques de espinazo y unos chorizos. Bruaba el pote. Sudaba el pote. El pote estaba lleno de devoción. En él se cocía el Bierzo. Con él soñaba el Bierzo. Por él laboraba él Bierzo… La galocha, los piques, los chorizos, los bertones, los “cachelos”… La felicidad en un conjunto de cosas. Y la “ragua” de lumbre. Sobre todo eso: la “ragua” de lumbre. La “raguaaa”…Rara era la casa que no tenía invitados. Los ofrecidos: cojos, mancos y descalabrados, bajaban con su fervor y a su fiesta.
--Echale leña al fuego que no se pasme la galocha.
La “galocha” era el estómago del cerdo en el que se habían metido las mejores costillas, los mejores pellejos y más tiernos, y en algunas casas, unos trozos de solomillo, para que todo no fuera chupar, chupar…
Era el botillo de Santo Tirso y había que cocerlo bien. Fuego al pote. Fuego.Fuegooo…De vez en cuando la abuela pinchaba el botillo con un tenedor. Cuando al fin se obsevaba que ya “iba estando”, echaba los “cachelos”, los chorizos, los piques de espinazo y los bertones. Primero el espinazo, al poco rato,los chorizos y los bertones, y al final los “cachelos”. Cuando juzgaba que estaban cocidos, escurría el pote en la cazuela de “perigüela”. Desmenuzaba el botillo en una fuente de porcelana. Y luego preparaba el cazuelón. Era este una enorme cazuela de barro destinada a los días solemnes. Cazuela redonda, sin platos ni tonterías. Los “cachelos” y los bertones quedaban por abajo y la “carnufia” por arriba.
--Dios bendiga esta fuentada de la que va a quedar poco o nada.
Los comensales solían tener “buen saque” y pronto se tocaba a fondo. Venían entonces los cumplidos. Pero la fiesta, como últimas líneas de una estampa costumbrista, tenía que tener su remate de humor. Un invitado trataba de masticar un pellejo que cada vez se ponía más duro. Los otros le dejaban hacer y se reían. Cosas de la abuela. ¡Además de los pellejos, las costillas, los trozos de solomillo, había metido en la “galocha” un trozo del meón del cerdo!.





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lunes, 26 de enero de 2015

EL PASADIZO SECRETO QUE COMUNICABA CON SAN NICOLÁS EL REAL

                                                             


Fue hace ocho o diez años, no lo recuerdo con exactitud, cuando una humareda de vapor salió de las entrañas de la tierra en el paraje conocido como "Los Caños", y a los pocos instantes la tierra se trago un par de cepas, quedando un hueco que dejaba a la luz un pasadizo subterráneo. En aquellos días hable con Tito, y ni cortos ni perezosos cogimos una escalera y descendimos los cinco  metros que había hasta el fondo de la galería.Comprobamos ante nuestra sorpresa que la galería era amplia y que se caminaba perfectamente por su interior, recorriendo unos cien metros en dirección al convento de los Padres Paúles, hasta que encontramos un derrumbamiento que nos impedía continuar.
Este domingo regresamos para intentar medirla y nos encontramos que el hundimiento era muchísimo mayor, y la boca por la que nos habíamos introducido casi totalmente tapiada por los continuos derrumbes, no obstante con bastante dificultad conseguimos introducirnos en el pasadizo, que debido a las constantes lluvias estaba embarrado, sin que pudiésemos alcanzar el final al estar  la galería inundada. El único habitante que nos encontramos fue un murciélago  que dormía la siesta con toda la parsimonia del mundo.  







                                                    
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SANTO TIRSO 2015




Este no es el cartel oficial oficial de la fiesta de Santo Tirso, si no de este modesto blog. Como viene siendo habitual el Ayuntamiento de Villafranca del Bierzo a una serie de establecimientos comerciales, que, aunque pagan religiosamente los impuestos como todo hijo de vecino, tiene por norma no dejarles ni un cartel ni a regañadientes. Debe ser que tanto poder les hace perder contacto con la realidad. No me cabe la menor duda que hay gente que tiene el cerebro demasiado pequeño para tener ideas grandes.




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sábado, 24 de enero de 2015

Hoteles de cien mil estrellas



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viernes, 23 de enero de 2015

LA PRENSA EN EL SIGLO XX EN VILLAFRANCA DEL BIERZO-- 1º--


La prensa en el siglo XX en Villafranca del Bierzo, no fue diaria, se trataba de publicaciones o periódicos que solían hacer su aparición semanalmente y de una vida efímera y condenados como estaban por la escasez de su difusión y por su ámbito localista, naufragaban generalmente por problemas económicos, pero dejaban tras de sí un reguero que despertaba la preocupación de unos hombres llenos de inquietud por su pueblo.

EL HERALDO DEL BIERZO

El 13 de febrero de 1909 aparece el número 1 del Heraldo del Bierzo bajo la dirección de Augusto Martínez Rodriguez. Salía a la calle los días 10, 20 y 30 de cada mes. Este periódico se imprimía y tenía su redacción y administración en la calle Topete número 19 ( hoy calle del Agua ). El Heraldo del Bierzo, se tituló como defensor de los intereses regionales y políticamente se calificaba como independiente, si bien con tendencia notoriamente liberal y así lo manifiesta su director en el primer número:"En las columnas de este modesto periódico tendrán cabida cuantas opiniones y quejas merezcan los honores de la publicidad siempre que, como es natural, no estén en contraposición con las ideas progresivas que han de alentarle, ni contra la democracia o las clases trabajadoras a las que en todo momento prestaremos nuestra más preferente atención y decidido concurso, huyendo siempre de molestas intromisiones en el campo religioso, sin que por ello renunciemos a permanecer lanza en ristre contra los desafueros que reclamen una discreta intervención."

 
El formato era tamaño folio y compuesto de ocho páginas con una sobrecubierta de distinto color en cada número que se reservaba para poner la publicidad. No obstante en el interior del primer número se recoge un llamativo anuncio:
¡¡¡ENFERMOS!!! Si queréis que vuestra salud mejore, bebed el vino especial DULCE PARA ENFERMOS de Vinícola del Bierzo, a 1,10 pesetas la botella.
Tenía también el Heraldo del Bierzo sus secciones científica y literaria, sin dejar de lado la crítica política.
En las páginas del Heraldo del Bierzo destacan las producciones poéticas de Bálgoma y Carvajal entre otros, y la comedia de Francisco de Llano y Ovalle "La Rica Heredera" que se publicaba en capítulos.
El Heraldo del Bierzo aguanto en la brecha poco más de un año, y en su número 41 se recoge que Don Augusto Martinez cede la propiedad de este periódico y, con el presente número deja de intervenir en su redacción y administración.


2 ª ETAPA DEL HERALDO DEL BIERZO

En el año 1912 Nicomedes Martín Mateos refunda en Cacabelos el Heraldo del Bierzo, con una nueva cabecera y viene a titularse como semanario ilustrado de cultura general. En esata etapa de los 33 primeros números que se realizan en Cacabelos carecen de publicidad.
A partir del número 33 que sale a la calle como número extraordinario al precio de 30 céntimos, se traslada de nuevo la realización del periódico a Villafranca del Bierzo. En este número aparecen retratados la mayor parte de los colaboradores de la época: José Bálgoma, Manuel Álvarez, Francisco de Llano y Ovalle, Alfredo Agosti, José Castaño Pose, Leopoldo García, Ricardo Ballines y Quiñones, Aniceto Vega y Luis López Reguera.
En el número 34 aparece un artículo de Miguel de Unamuno titulado: "Regenerese cada cual". Y en el número 35 un poema bastante extenso de José María Gabriel y Galán.




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jueves, 22 de enero de 2015

EL LOBO


                                   FOTOGRAFÍA DE JOSÉ MANUEL DE ARRIBA


En la quietud del bosque, en una mañana gris de invierno con la luz de la libertad en los ojos, un lobo gira la cabeza y mira, con intensidad a lo lejos, donde mi amigo José Manuel de Arriba, apostado en silencio sobre unas rocas tatuadas de líquenes y con el rumor del brezo a sus espaldas retrata con su cámara este lobo entre robles desnudos  y hojas resecas que le devuelven a la memoria viejas leyendas olvidadas.  



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miércoles, 21 de enero de 2015

Quitanieves


Mientras los copos de nieve danzan al contraluz en la subida al puerto de Piedrafita, y las maquinas quitanieves suben y bajan sin parar, hace ya muchos años en 1932, el fotógrafo Manuel Parra inmortalizó a este grupo de villafranquinos con sus chaquetones y sus palas al hombro antes de subirse al coche de linea para afrontar la ventisca en las estribaciones del puerto.


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II FESTIVAL DE MÚSICA MELÓDICA




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martes, 20 de enero de 2015

"EL MESÓN DEL JUBILEO" por Gilberto Núñez Ursinos



EL MESÓN DEL JUBILEO
Xoooo, Pintoooo—
El Mesón del Jubileo contaba como parada obligatoria en el recorrido de las diligencias portadoras del correo. Era un edificio de forma alargada; con amplias puertas carretales, anteriores o posteriores, según el recorrido fuese de Castilla a Galicia o de Galicia a Castilla. Gozaba la vecindad de la carretera general; tan solo unos metros de desviaciones. Desviaciones que permitían: una, la entrada en el Mesón; la otra, la salida de nuevo a la carretera. Cercano al lugar de parada de las diligencias, supliendo al viejo cigoñal, no distante había un pozo con una larga cadena, una herrumbrosa roldana y un no menos herrumbroso caldero. Al pie del pozo abrevaban los caballos. Era un desgastado abrevadero de madera de castaño de grandes dimensiones. Quizás un masero que había sido retirado de las cuadras por la dificultad de moverlo. Pareciendo salir  de no sé qué extraño mundo de tinieblas en rápida escapada hacia la luz, una añosa parra había escalado a través de los años los más altos rincones de la fachada principal.
--Xoooo, Renoveiroooo—
El conductor de la diligencia era gallego del Caurel. Como tal muy ducho en “estoupar campanos”. Notaba con prontitud cuando el vino era del Bierzo o de Castilla –más concretamente de la parte de Zamora--. Vino que los carreteros castellanos  transportaban en odres de cuatro o cinco cántaros. Los del Bierzo por el contrario, lo hacían en cubas. Con la cuba o el odre, colgada de uno de los “estadullos” de los carros iba siempre una bota de cántaro o de tres cañadas. Era el obsequio de los vendedores para que los carreteros tuvieran provisión de vino durante los tres o cuatro días que solía durar el viaje…
En aquel entonces, los carreteros, los arrieros y los conductores de diligencias, se disputaban la supremacía en los caminos. Los unos transportaban en sus carros tirados de mulas o caballos, además de vino el aguardiente o el aceite –que también se portaban en odres--, la harina de trigo, las legumbres en general… Estos eran los carreteros vía a Galicia. Los gallegos vía a Castilla, transportaban nueces, castañas secas o verdes, patatas, jamones… Los arrieros, a lomos de sus caballerías hacían lo propio con la miel – en cántaros de barro--, las aceitunas—en curiosos barrilitos--, los quesos –en banastas o cajas de madera--, las sardinas “raposas” en salmuera o los arenques –en banastas alargadas o cajas redondas de una cuarta de altura aproximadamente--, los paños, los cacharros negros de portamourisco: jarros, jícaras, tazas, botijos… Estos últimos tenían la rara propiedad de que, cuanto más “greda” tuvieran por dentro, tanto mejor hacían el vino… La bodega del Mesón era espaciosa y estaba bien abastecida. Servía de comedor y por veces de sala de juego. Grandes cubas sostenidas por “puiles” de roble contenían el tinto, el clarete, el blanco de más grado y de mejor sabor del Bierzo o de Castilla. Muchos carreteros gallegos eran aficionados a la ”rasqueta”  o al aguardiente. También de estos había gran provisión. Las excelencias de los vinos eran el reclamo del mesonero:
--Un trozo de pan de trigo y un jarro del Mesón, buenos compañeros son--. Como defensor  de la fama de los productos gallegos, el del Caurel contestaría:-- Pero para ir caliente no hay como el aguardiente--. Lo cual era verdad a medias porque –ya se sabe-- el aguardiente calienta la cabeza, pero enfría el cuerpo. De las escarpias del techo colgaban los jamones –en buen número—del año, o años anteriores, los perniles de cecina de ternera, las cabezas de cerdo, los lacones. Varios sacos, sostenidos por gruesos clavos, eran el depósito de chorizos… Mesas enormes de castaño, con larguísimos bancos para sentarse, componían el mobiliario. Sobre un tosco anaquel de roble se veía una interminable hilera de jarros – los había de portamourisco y de los corrientes—de diferentes tamaños. Cuando las mesas se habilitaban para el juego, la dueña del Mesón las cubría con los restos de un cortinón de terciopelo a manera de tapete. Los peregrinos –abundantes y de abundancia--, los carreteros, los arrieros, los señores de las haciendas cercanas, los conductores de diligencias y hasta los clérigos  habían ganado o perdido sobre aquellas mesas copiosas sumas. Más de una vez había corrido la sangre. Se recordaba como caso especial  el de “La Capitana”—que había rajado el vientre a un jugador tramposo. “La Capitana” entraba también en la disputa por la supremacía de los caminos. Era una bandolera célebre por sus feroces instintos. De niña había disputado a un lobo su presa. La hazaña le había valido el sobrenombre de “ La loba de Grandelonga”—por  lo que también se la conocía—era la de haber hecho injerir toda la manteca hirviendo de una matanza a unos campesinos, cuando estos se habían negado a entregarle mil reales producto de unas ventas. También había denunciado a su amante – bandolero igualmente—por celos.
--Sin novedad—inquirió el mesonero.
--Sin novedad. Muerta “La Capitana”, los caminos están tranquilos.
Los cantadores de coplas confirmarían poco tiempo después las palabras del conductor del Caurel. “La Capitana” había perecido bajo el peso de una tapa de arca de roble cuando intentaba robar a una comadre recién parida.
--Bien, cuando quieras cenar pasa a la cocina de la familia. Hay botillo con grelo. –Para llegar a las cocinas era necesario atravesar los corredores. Eran amplios y cada pocos metros—justo al lado de los dormitorios había grandes escaños. En ellos abundaban las fechas y las inscripciones.  No faltaban maceteros ni tiestos. Las cocinas estaban al fondo, casi juntas; solamente las separaba un cuarto destinado a leñera. Una estaba destinada al servicio de Mesón. Tenía unos artísticos morrillos –obra de un herrero de Corullón—para sostener la leña. Envuelto en la ceniza se veía un buje, que, quizás, en las noches de invierno sería envuelto en trapos y puesto en los pies de la cama de un viandante friolero. El cobre abunda en franca exhibición ornamental: potas, cántaros espumaderas, cacerolas… Varias mozas de buen ver—siempre atracción—atendían las demandas.
… Las garridas del Mesón se vuelvan en espetera…
La otra cocina era la del refugio de la abuela –el abuelo había muerto años atrás--. Hogareña; tenía una gran campana llena de hollín con una hilera de puntas a cada andar. Cuando se hacía la   matanza, servían para colgar de ellas “los chorizos de los niños”. Eran estos los más pequeños y los que más pronto curaban. Valían para probar como había resultado el nuevo embutido. También se colgaban los botillos y las morcillas dulces. Era en este lugar donde la abuela colgaba el pequeño jarro con los alfonsinos  “chocos”—duros alfonsinos con una ranura por un lado que no sonaban al ser tirados--. De un hierro, que atravesaba la campana en su punto superior, descendía una cadena que remataba en un gancho. De ella se colgaba la caldera –remolacha picada, patatas pequeñas, castañas verdes mondadas y verduras—cuando los cerdos entraban en la fase final de la ceba. Alrededor del hogar estaban los escaños de los abuelos. Al calor de la lumbre en las noches invernales, los viejos daban suelta a su vena de recuerdos. Contaban historias de brujas y aparecidos. En tal castillo había tres calderas: una de oro, otra de plata y otra de bronce –no recordaba si era de cobre--. No faltaban anécdotas de su vida juvenil. El jarro de vino, al que le había añadido azúcar y puesto a calentar, pasaba de una mano a otra hasta que tenía que llenarse de nuevo. De un extremo a otro de la cocina se veían unos alambres. Eran el sitio destinado al mondongo grande. Una viga semioculta por la cal adornaba su longitud con puntas. Allí se colaban los tocinos y los jamones, los espinazos y las cabezas de los cerdos. Solía ser este sitio el reservado, también, a los manojos de orégano, los ramilletes de ajo, a las guindillas de “las dos pes”—por lo que picaban.
Aún con estrellas, los carreteros, los arrieros o las diligencias se ponían en marcha. Un incesante ladrar de perros despedía a los viajeros…

¡ Habían llegado de los caminos y se iban a los caminos. Pronto se limpia. Pronto se aclara. Pronto desaparece…! Aquella mañana  el conductor de la diligencia del Caurel  dijo adiós al Mesón del Jubileo que quedaba envuelto en llamas. Corría la primera década del siglo actual…




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lunes, 19 de enero de 2015

La Calle del Agua. Heráldica 12



En la calle del Agua, en la casa número 15, en la que nació el escritor Enrique Gil y Carrasco en 1815, del cual este año se celebra el bicentenario, cuenta con dos escudos heráldicos, hoy describiremos uno de ellos.
En el timbre de este escudo que tenemos en la imagen en el centro del mismo aparece una vieira, y dentro  de la misma una cruz cuyas puntas forman una flor de lis.
Centrándonos ya en el escudo en la parte izquierda del mismo aparece un león rampante contornado por trece aspas. Debajo de las patas traseras del León aparecen grabadas unas letras.
En la parte derecha del escudo las cinco estacas aguzadas que representan a los Valcárcel.




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sábado, 17 de enero de 2015

Exposición en el Pitillo de Luis Rodriguez Díaz


Ayer, mientras la clientela alfombraba el suelo con cáscaras de cacahuetes se inaguraba en el bar Pitillo de Villafranca una exposición de Luis Rodriguez Díaz de pinturas sobre piedras de río, pastel, óleo y carboncillo.
A Luis si lo buscas podrás encontrarlo entre los pedregales del río, revoloteando entre los cantos rodados desahuciados de la última riada, mientras en la palma de sus manos  se va desnudando el rostro de una piedra, y al poco rato ves como sobre esa misma piedra aletea una libélula.



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JOSÉ LUIS ALVITE





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viernes, 16 de enero de 2015

Hepatitis C




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jueves, 15 de enero de 2015

Imputan al exalcalde por una obra en el polígono de Vilela



En el día de ayer el exalcalde de Villafranca del Bierzo Agustín García Millán declaró ante el titular del Juzgado de primera instancia e instrucción número 4 de Ponferrada, por un presunto delito de prevaricación y falsedad documental en relación con la ejecución de las obras de la instalación de la red de media tensión en el polígono de Vilela.




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miércoles, 14 de enero de 2015

CAMPANARIOS EN VILLAFRANCA DEL BIERZO


                                                      Campanario de la Colegiata

El sonido impalpable de las campanas se desparrama por encima de los tejados quebrando con su voz el silencio y convocando a los fieles a los servicios religiosos.Otras veces  el repique lento y pausado anuncia el fallecimiento de algún vecino, y en otras con un volteo nos recuerda la tradición y hace volar la imaginación en las vísperas del Cristo.


Campanario del Convento de la Concepción


Campanario de San Nicolás el Real


Campanario de la iglesia de Santiago


Campanario de San Francisco


Campanario del convento de la Anunciada


Campanario del convento de San José


Campanario de la Divina Pastora


Campanario de la capilla de los Omaña


Campanario de la iglesia de San Juan


Quien no ha oído las campanas
de la iglesia de San Juan         
tocar a duelo glorioso            
cuando los muertos se van.    

Juan Carlos Mestre



villafrancadelbierzodigital



lunes, 12 de enero de 2015

"EL PROFESOR" por Gilberto Núñez Ursinos


--Y que se levanten los panaderos a las 6 de la mañana para daros pan.
El clarinazo hizo que el compañero de juego bajase los ojos al suelo.
El profesor estaba en su cátedra. Y lo primero que se veía cuando el profesor estaba en su cátedra, eran unas espirales de humo de un buen habano, un café cortado y una copa de aguardiente a la que él llamaba jocosamente “ champán de hortelano”.
--Siempre aparece un zapato a la medida, por si no lo sabías. Debiste fallar.
El Profesor era muy dado a discutir las jugadas en voz alta. Y su voz, desparramándose por el reducido local del bar tenia todas las características de un trueno.
--Y pensar que tu eres mi discípulo más amado. Si hubieses arrastrado.
Era un hombre corpulento de mirada dulce y expresión beatífica. Y era, sobre todo, la democracia personificada.
--¿ Es que no hay partida? A ver, tú, ponte ahí.
Y cuando el bracero o el comerciante se sentaban como compañeros de partida, el Profesor lucía una cara alegre.
--¡Qué más da! Si todos los jugadores tienen primos.
Pero cuando “los discípulos amados” no aparecían por culpa de sus ocupaciones, el Profesor se veía triste, como fuera de un ambiente que a la fuerza de cotidiano había tomado la naturaleza de familiar.
Fue una tarde oscura en lluvia cansada cuando conocí al Profesor. Una de tantas tardes grises que pasan sin sentido, como un correr de agua.
--Niña, trae un sacacorchos.
La camarera le llevo a los pocos momentos un barrilito de anuncio con unos escarbadientes.
--Menuda lluvia. Y yo tenía que sembrar el azafrán.
El Profesor miraba a la calle mal cementada por la que una pequeña corriente de agua se perdía arrastrando algunas pequeñas piedrecitas.
--Así es la vida. Cuesta abajo siempre cuesta abajo.
Lanzo una bocanada de humo. Tomó luego un poco de café.
--Ay, estos tragos son solo para mí.
El compañero comenzó a dar las cartas. La lluvia seguía, monótona, triste, como un sentimiento de tiempo perdido…
--Aquí no hay nada—dijo el Profesor enseñando las cartas.
Los otros miraron.
--Ni aquí tampoco—y se bebió un trago del contenido de la copa.
En la mesa cercana jugaban los “compadres”. Eran unos tipos la mar de graciosos. Se hacían las trampas que podían y el que ganaba tenía que pagar las consumiciones.
--Oye, ya van tres veces que me fallas con el dos de triunfo.
--Te equivocas.
--¿ Cómo que me equivoco, a ver si crees que vendo lotería de los ciegos?
--Te equivocas, ya van cuatro veces.
El Profesor se echó a reír. Miró hacia los dos compadres.
--Sobre todo legalité, pero legalité, legalité—recomendó.
Los dos compadres siguieron jugando. El Profesor contó las cartas.
--Mala suerte—Me miró. Vió que me interesaba en el juego, o más bien en la manera de llevar la partida.
¿ Qué quiere? A mal tiempo buena cara. Menos mal que aquí está la cátedra del naipe. Y, eso si, sobre todo compañerismo. Aquí todos somos de casa. Ya ve usted: un carnicero, un panadero, un hortelano, un vinatero…Lo mejor de cada familia:
Me sonreí. El compañero del Profesor repartía cartas.
--Los pequeños pueblos son infiernos grandes. Hay que buscarse compensaciones por pequeñas que éstas sean.
La lluvia no cesaba de caer con un sonido de palabras dichas y redichas. Siempre nueva  y siempre vieja. Monotonía.
--Fallo. Arrastro y a entregarse al moro. ¿Qué os creíais?
Y el Profesor miro sus manos.
--Manos suaves, lumínicas, sapientes.
Entró el cartero. Dejó el periódico sobre el mostrador. Un perrillo al que llamaban “el viejo Lex” vino a acostarse al lado de la estufa.
Cuando el perro se pone a la lumbre, o es viejo  o hace frio. Como el perro no es viejo. Paso un camión cargado de cerezos.
--Parece  que los del Bierzo arrean a plantar. Claro, como da más la cereza que la viña.
Una mariposa revolaba cercana a la luz.
--    Alguien va a tener carta mañana.
Tarde oscura en gris cansado, en lluvia cansada, en palabra cansada… Un nuevo cliente.
--¿Lo  de siempre?
--Si, claro, lo de siempre.

Efectivamente, lo de siempre. Cuando Salí del bar, del caño roto me llegó una ducha de agua. Tarde otoñal berciana en lluvia cansada.



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sábado, 10 de enero de 2015

Manuel Martínez Rodríguez.

Estudio de los relojes de sol de Villafranca del Bierzo. Reloj de Sol de San Nicolas El Real.
                     Fotografía de Santiago Castelao

Continuando con el estudio de los relojes de sol de Villafranca del Bierzo, tras publicar el domingo 30-11-14 el primer estudio correspondiente al reloj de sol de la colegiata y el viernes 26-12-14 el segundo estudio correspondiente al reloj de sol del Palacio de Arganza, paso a publicar el tercer estudio de otro de los cinco relojes fotografiados por Santiago Castelao (publicación del 9 de septiembre de 2014), el de San Nicolás El Real.
Este reloj de sol está situado en una de las fachadas orientada al sur de este edificio del siglo XVII, de estilo barroco jesuítico inspirado en su homólogo de Monforte que a su vez intenta reproducir al Escorial.
El conjunto arquitectónico e Iglesia de San Nicolás El Real (declarada Bien de Interés Turístico Cultural en 1982), además de colegio ordinario de la Compañía de Jesús (jesuitas) hasta poco después de 1767, fue posteriormente, 1822, sede de la Diputación Provincial siendo entonces Villafranca capital de provincia. Adquirido más tarde por la Congregación de los Padres Paules, 1899, se usó como colegio de seminaristas hasta 1983. El conjunto cuenta con una bodega monástica y un Museo de Ciencias Naturales y Zoología, además de notables piezas arqueológicas de la Edad de Bronce y del Neolítico. Recientemente parte de él ha sido convertido en albergue hospedería.
 Reloj de sol realizado con la propia piedra de la fachada, sobresale de la misma un perímetro rectangular exterior donde se marcan las horas. El estilete se ubica dentro de otro rectángulo interior menor, también en relieve y también con sus lados mayores en vertical. El grabado de sus marcas horarias parece que ha ido desapareciendo con el tiempo y han sido “restauradas” por algún “iluminado” o quizás fue el mismísimo demonio, por lo tremendamente tosco del resultado, con marcas y números romanos en color rojo apagado, desapareciendo ya en su parte inferior. A pesar de todo se aprecia, suponiendo correcto el remarcado, que estamos ante un reloj asimétrico, construido para una pared con cierta orientación hacia el oeste, según indica también de su estilete, girado a la derecha, ya que como se ha dicho en los estudios anteriores, si el estilete está bien colocado debe tener la dirección del eje terrestre (mirando hacia el suelo) y orientado al sur. En este caso el estilete es una fina barra metálica, con un aro en su extremo.
Si ignoramos las marcas horarias, el estado de la piedra es bastante bueno, aunque tiene algunas zonas oscuras y el rejuntado con mortero es bastante tosco sobre todo en las juntas superiores y en su base.
 En efecto la fachada tiene una ligera orientación oeste de algo más de 12º, por lo que se deduce que el reloj se construyó teniendo esto en cuenta.

Debido a que se encuentra en el patio interior de la iglesia de San Nicolás no he podido comprobar si la hora solar que indica es correcta, pero todo hace pensar que debería marcar bien ya que en su día fue proyectado junto con la fachada y no es un añadido posterior, esto se deduce al estar integrado en la fachada con la misma piedra y haberse tenido en cuenta su orientación. Si su estilete se colocó bien orientado y las marcas horarias son correctas, estaremos ante un reloj solar bastante fiable. Si se pudiera hacer una comprobación mediante lectura de varias horas a lo largo del día, lo dicho anteriormente no quita que nos lleváramos una sorpresa, respecto a su precisión.

viernes, 9 de enero de 2015

Presentación del Inventario Geomorfológico de los ANCARES



A las doce de la mañana en el salón de plenos del ayuntamiento de Villafranca del Bierzo se presento el trabajo realizado por Alipio García de Celis sobre el patrimonio geomorfológico de los Ancares, que contó con la colaboración del Ayuntamiento villafranquino  y con la reserva de la biosfera de los Ancares leoneses. 



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miércoles, 7 de enero de 2015

La Calle del Agua. Heráldica 11



Continuando con la heráldica de la calle del Agua, hoy damos comienzo a la numeración impar. En la casa que tiene el número 11 encontramos uno de los escudos más hermosos de la calle. En el centro del mismo aparece un árbol con las raíces al descubierto y cuatro barras. En la parte superior izquierda la representación de los Omaña, una banda de gules engolada con dragantes de sinople. En la parte superior derecha un árbol y dos cabras. En la parte inferior izquierda una torre  cuadrada y almenada, y encadenado a uno de los laterales de la torre un mastín. En la parte inferior derecha las cinco estacas afiladas que representan a los Valcárcel. 


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martes, 6 de enero de 2015

Cabalgata de Reyes


Un año más bajo la luz del atardecer la cabalgata de reyes  recorrió las calles de Villafranca y los niños acurrucados por el frío recogían con avidez los caramelos que se escondían entre las rendijas de la acera .




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lunes, 5 de enero de 2015

LOS TROXOS

                               
                                         Fotografía de Alberto López Sánchez



Cinco de enero, no recuerdo el año, la luz de la luna se filtraba entre las nubes, y en las márgenes de los huertos permanecían casi helados los troxos, que en días anteriores habíamos ido seleccionando con la mirada, y que con la complicidad de la noche pasarían a tener su día de gloria.
El Troxo, que empieza siendo"coiña" cuando se planta, a los seis meses se proyecta como un rascacielos sobre la huerta, y a lo largo del año, con sus berzas va llenando las potas de caldo, pero, una vez al año, precisamente la noche de reyes, va ha hacer de supuesto galán para las mujeres que alimentaron su soltería con los años.
En estos días de invierno, el frío de la noche corta el aliento y mientras caminábamos por los senderos que conducen a los huertos, íbamos soplando de cuando en cuando las palmas de las manos para que fuesen entrando en calor antes de proceder al arranque de los troxos, uno de nosotros tenía la maldita costumbre de ir contándolos en voz alta, y llegado al último los transportábamos al hombro hasta el Corralón, donde esparciéndolos sobre el suelo procedíamos al reparto...., éste para fulanita que tiene poca hoja, no vaya a ser que lo aproveche mañana para dárselo a los conejos, éste otro para menganita que tiene el "mangaxo" bien gordo y reluciente...
Y casi de puntillas, bajo el silencio de la noche, nos aproximamos a los balcones y depositamos el troxo con todo el sigilo del mundo. Aunque, no es la primera vez, ni será la última, que alguna solterona se queda vigilando toda la noche, y como al parecer no era de su agrado el novio que tuvimos a bien concederle, con el balcón entreabierto nos espera cautelosamente para obsequiarnos con un cubo de agua fría, que si fría es la noche, sienta como una patada en los sagrados lugares.
Brotan las risas y el jolgorio en el resto de los compañeros que tuvieron la suerte de no ser bautizados, mientras al que le toco la mala suerte lo único que exhala por la boca es una procesión de juramentos.
Después de una breve carrerilla nos reagrupamos de nuevo. La noche se va desplomando, bajo un cielo remendado de estrellas, y el troxo que tuvo la suerte de hacer de mozo permanece todo guapo con sus hojas acariciando el cristal, mientras va llegando el amanecer, momento en el que será devorado con locura por su amada que  presurosa correrá a retirarlo... Cuantos menos lo vean mejor...
¿Que pensarán?...¿Que dirán?...Tampoco me cuelgan tantos años para que estos imberbes me pongan un troxo...
Un año más, en la noche de reyes, el troxo espera dejar de ser planta por un día para convertirse en Don Juan.                                      

                                



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domingo, 4 de enero de 2015

Cabalgata de los Reyes Magos



La Cabalgata de los Reyes Magos saldrá mañana lunes a las cinco y media de la tarde de la Casa de la Cultura de Villafranca del Bierzo, para recorrer las calles de la villa, finalizando su visita en el Belén instalado en el Hogar del Pensionista.




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viernes, 2 de enero de 2015

Árboles singulares en el término municipal de Villafranca del Bierzo VI."EL CASTAÑO DEL MIRANDELO"



Como peinando el aire con sus ramas desnudas que trepan sobre el azul del cielo se encuentra el castaño del Mirandelo, a la salida de Pobladura de Somoza en el camino de tierra que conduce hasta Villafranca del Bierzo.Colocado como un santo sobre su peana se deja contemplar desde todo el Bierzo bajo. Y cada noche sus ramas inmóviles no se cansan de contemplar la extremaunción de las estrellas fugaces y el tejemaneje de las luces intermitentes de las aeronaves que lo sobrevuelan.



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jueves, 1 de enero de 2015

Rococó Ensemble



El sábado 3 de enero a las 8 de la tarde en el teatro villafranquino, actuará el grupo musical Rococó Ensemble, bajo la dirección de Manuel Alejandre.




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