Entre musgos, líquenes, torrenteras desbocadas y árboles desnudos, guardando el equilibrio entre las pedreras se llega a la fervenza de Burbia. Al cruzar el puente entre los molinos, el Burbia esta exuberante después del deshielo, y no hay que indagar mucho para ir comprobando que paso tras paso el suelo esta resbaladizo, así que hay que subir con parsimonia para que no terminen cacheando las piedras.