Los coches aparcados a granel buscando casi el refugio de los soportales. Un camión cargado cuyo motor no paraba de estornudar, el coche de línea enfrente, casi haciendo de punto de mira de la casa del Pino. La plaza estaba empapada y el empedrado que daba acceso a la misma a punto de coger un resfriado, mientras el pino del fondo exhibía su penumbra entre la oscuridad meteorológica del día.