Poco a poco el amarillo va adueñándose de los árboles, y el río va lento como cansado, casi reumático delante de mis ojos, y los zarzales se adueñan día a día de los caminos olvidados, el invierno se acerca y va palpando lentamente la corteza de los árboles, el silencio se escurre a medida que te alejas del asfalto y te agarra entre la hojarasca recién estrenada, doblo la cabeza y una ardilla se eleva por las ramas al escuchar mis pasos sobre los tallos verdes, mientras las hojas amarillas de las choperas se mueven como banderines de fiesta.