La realidad de la piedra se desnuda ante ti, no necesita aromas ni prospectos, una puerta tantas veces retratada te descubre algo nuevo cada vez que afilas la pupila, y esos labios de piedra que cambian la sonrisa al golpearles la luz en el mes de San Juan y dejan por un instante esa plasticidad hierática deslumbrandote el paladar de los ojos.