Inmaculados, esa sensación de vivir la vida, sentados en un puíl y con un vaso entre los dedos. El paso del tiempo determina el recuerdo y los acontecimientos se relativizan, pero conviene siempre tener cierto sentido de la medida, para que la fisonomía de la nostalgia no termine fundiéndose lentamente en los desolados paisajes del pasado.