Entre ramas verdes y sequeiros derruidos baja el sendero en la montaña hasta una cascada que se desploma, y los musgos se abrazan a la corteza de los árboles, y los humeiros van hundiendo sus raíces entre las piedras y el agua, y el río avanza y no se detiene en esta primavera de paraguas, mientras mis pies caminan despacio al otro lado del puente.