Plaza Mayor. Que más se puede pedir, una procesión con cura y tal vez monaguillo, la Guardia Civil escoltando la carroza del Sagrado Corazón, una fila deshilachada con cuatro feligreses, un carro de helados, un banco saturado de niños espectantes. un surtidor de gasolina, la fonda de Canteiro llena de geranios, el coche de línea de la empresa Fernández descansando sobre los urinarios. Sin lugar a dudas están todos los ingredientes, sólo faltaba Berlanga dirigiendo la escena.