PINOS DE VALDONEJE
Vistos a lo lejos, sobre los
hombros de una montaña, rodeados de cepas viejas, como centinelas de un antiguo
lagar reconvertido en cabaña, con las paredes blancas de cal, y muy cerca del
camino que comunica Valtuille de Arriba
con Villafranca del Bierzo, se encuentran estos pinos piñoneros, presumiendo de
su copa amplia y aparasolada, tomando tranquilamente el sol hasta última hora
de la tarde.
Entre los recuerdos de mi
adolescencia está la cabaña de los
pinos, donde nos sumergíamos los vendimiadores a mediados de septiembre, y allí, entre las cepas fui escuchando de
viva voz entre gavia y gavia, las historias más suculentas que con toda
naturalidad iban narrando la gente sencilla, y al mediodía la cuadrilla compartía
el fuego de la sarmienta bajo los pinos, mientras los más jóvenes
bajábamos a rellenar los botijos a una fuente que tenía forma de pirámide escondida entre dos plataneros. Al caer la
tarde, las abuelas escondían entre los mandiles racimos de uvas blancas,
mientras el cachicán con su voz sonora pasaba lista y apretaba los dedos por
encima de las cejas para que le hiciesen de visera mientras escudriñaba en el
horizonte al recién nombrado.
En aquel tiempo de salarios
menguados (250pts al día), se compartían los sueños y se endulzaba la pobreza.
Si mi abuela levantara la cabeza, y viera como ahora unos niños pijos pagan por
vendimiar, se quitaría la pañoleta y se
tiraría de los pelos viendo como el mundo se ha vuelto del revés, nunca
entendería como las cosas pueden ser tan banales.
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