Ahora que llega el otoño, y
empiezan a desprenderse poco a poco las hojas de los árboles, en el jardín de
Villafranca del Bierzo, como mimetizándose con los mirtos sobresalen dos tejos,
que se ofrecen a la mirada de los paseantes
con su semblante oscuro y siempre verde.
Uno contempla con curiosidad y
admiración la armonía geométrica del
jardín villafranquino creado en el siglo XIX, aunque los tejos que podemos
contemplar fueron plantados en la segunda mitad del siglo XX, traídos del
bosque de Barantés, y plantados entre los mirtos, donde fueron creciendo
lentamente ,y desparramando sus ramas
entre los troncos de los negrillos, como se puede contemplar en esta foto del
jardín en blanco y negro de principios de 1970, con los bancos todavía de
piedra y la farola como si fuese una rama más del olmo.
A mediados de los setenta del
pasado siglo, el jardinero Darío Bardasco, viendo la facilidad con la que se
podaban los tejos y la forma de rebrotar sus ramas , así como lo dóciles que
eran para adquirir distintas formas, los esculpió en forma de seta que es como
hoy día podemos disfrutarlos.