No me sale ni una sola palabra que suene bien para ponerle
en el pie de la foto. Cuando no han pasado ni veinticuatro horas de la
inauguración de las protecciones del puente, al primer impacto ya quedo un
tramo como la torre de Pisa, y eso que nos han hecho masticar estos remiendos
sin analgésico como la panacea de la seguridad. Que Dios nos coja confesados
ante tanta incompetencia mientras contemplo los estragos y voy tomando nota en
una servilleta de la cafetería del Burbia.
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