EUGENIO DE ARRIBA
Eugenio de Arriba, nace en
Villafranca del Bierzo el día 4 de marzo de 1934. De niño aprendió todo lo que
la vida le ofrecía. Tal vez, fue la inocencia de esos años, los juegos en los
que había que agudizar la imaginación, lo que hizo que en Eugenio, aflorase a
muy corta edad un idilio inseparable para siempre con la pintura.
Era un gran observador, miraba
con atención hasta los más pequeños detalles. En los primeros años, dibujaba
con gran maestría en las aceras de la plaza y poco a poco comprendió la armonía
de los colores, absorbido por el dibujo jugaba con las tizas; sus trazos
empezaban a ser fuertes y definidos.
Fallecido su padre, a los ocho
años de edad, se traslada con su madre Teresa y el resto de sus hermanos a
vivir a Ponferrada. Apenas contaba quince años cuando ingresa en la Escuela de
Bellas Artes de San Fernando de Madrid, en donde tuvo como compañeros a Lucio
Muñoz, Antonio López, Pousa y al ponferradino Nicolás Solana; terminando sus
estudios en 1955.
No habría que esperar demasiado
para que este joven de espíritu inquieto y gran vitalidad quisiera buscarse
nuevos horizontes en el mundo del arte, y así, desembarca en Paris en el mismo año de su graduación y amplia
estudios en la Escuela de Bellas Artes de la capital francesa y realiza las
primeras exposiciones en las galerías Ror Volmar y Vence.
En Paris conoce a la que
posteriormente sería su esposa Chloé Preiss Wolson con la que se casará y fruto
del matrimonio nace su hijo Diego. En estos tiempos parisinos compagina su amor
por la música con la pintura y así conoce a Paco Ibáñez y actúa con él en el
homenaje a Picasso en Valauries. En el invierno de 1966 nos encontramos al
joven matrimonio en la vecina localidad lucense del Cebreiro compartiendo la
navidad con sus gentes y realizando un belén viviente con todos los vecinos del
pueblo.
Al mismo tiempo realizaba dibujos
a pastel del paisaje y paisanaje, y es que las pinturas de pastel como decía
Eugenio le permitía expresar la eclosión de la luz y el color con un solo gesto.
En 1967, Eugenio de Arriba
traslada su residencia a Madrid, donde regenta un negocio de materiales
artísticos y una pequeña galería de arte en el barrio de Salamanca; continua
pintando y participa en varias exposiciones colectivas.
En 1971 se separa de Chloé, y como viajero impenitente que
no encuentra reposo regresa a la Costa Azul donde conoce a Eliane Guillaume,
pintora, y que será su compañera hasta el final de sus días.
Regresa Eugenio de Arriba de
nuevo al Bierzo, y fija su residencia en su pueblo natal donde instala su
estudio en la misma casa de la plaza mayor que le había visto nacer. En su
estudio realiza multitud de retratos de gentes de Villafranca, al mismo tiempo
que va desnudando los paisajes del Bierzo entre sus manos y plasmándolos sobre el
papel con una agilidad pasmosa. Sigue correteando por el norte del país y
pintando sin reposo, realizando exposiciones en Coruña, Lugo, Santiago,
Pontevedra y Orense. Con su inquietud a cuestas regresa a Francia, y expone en
el Salón de Otoño de Paris, posteriormente en la galería Anne de Francony de
Niza y también en la galería Miguel Ángel de Montecarlo.
Las últimas exposiciones las
realizó en Villafranca del Bierzo, Ponferrada, Burgos, Victoria, Santander,
Palencia, Venecia y Cagnes.
La obra de Eugenio de Arriba,
está extendida por toda Europa y América, con un total aproximado de unas dos
mil obras entre los años 1955-1975.
Falleció a la edad de 43 años,
cuando empezaban a despuntar las flores en la primavera de 1977 en la misma
villa que le vio nacer.
Hoy, me he perdido en el recuerdo
de aquella exposición suya de año setenta y tantos en el salón de actos del
ayuntamiento villafranquino, donde la luz y el color captados en sus cuadros
quedaron impresos en mi memoria para siempre.
Eugenio de Arriba, supo plasmar
en sus obras ese instante efímero e inmaduro y proyectarlo en una nueva
dimensión dejando en el papel una belleza profanada.
Marina
El puente y los tejedores
Paisaje berciano
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